miércoles, 15 de febrero de 2012

El Amor: ¿una química que se agota o una alianza que dura para siempre?


 P.A . David Nesher

Lo escuché en un reportaje hecho a un psicólogo y me sorprendí. Dijo que estar enamorado es equipararse a un psicótico.  Investigando me enteré que muchos especialistas en las áreas que estudian la conducta humana, particularmente la psiquiatría, la psicología, el psicoanálisis y las psicoterapias en sus distintas modalidades, coinciden en asegurar que el enamoramiento es un estado psicótico transitorio. ¡Es una especie de “locura” afortunadamente pasajera!

Se ha logrado observar y coincidir en que la persona que ha caído en estado de enamoramiento se sale de la realidad compartida para entrar en un mundo propio. Parece que vive en otro planeta, se siente ingrávida como una pompa de jabón. Dentro, en el pecho, “vuelan mariposas”. Hay un estado de inquietud, de zozobra cuando no se está con la persona amada. Mientras que todo es completitud y nada falta si los enamorados están juntos. 

El enamoramiento, así observado, sería, entonces, un delirio casi invisible, aceptado por la cultura y la sociedad en la medida en que su ardor, limitado a la intimidad de los amantes, no sea una amenaza para el equilibrio social.

Pero el enamoramiento no es real, es sólo virtual. Cada ser humano involucrado en esta situación almática se enamora de alguien a quien aún no conoce y pone en ese alguien todo tipo de virtudes y perfecciones. Generalmente montan  la película que más les gusta. 

Los mecanismos psicológicos que se ponen aquí en juego se llaman 'Proyección' e 'Idealización'. De una fácil de entender, el enamoramiento es como el cine, la persona amada es la pantalla sobre la que el otro proyecta todos sus ideales. Se enamora de su ideal, de algo de él, de algo que sigue siendo su 'yo' pero proyectado en el otro. Así pues, nos encontramos frente a otra actividad engañosa del ego, esa falsa identidad, ese pequeño veneno que la serpiente antigua logró inyectar en la mente de los humanos primigenios.

Puesto que la pasión no acarrea la locura irremediable, llegará un momento en el que alguno de los enamorados implicados se enfrentará a la realidad del desencanto. El sentimiento de desengaño corresponde al descubrimiento de que la relación amorosa, está compuesta por dos seres distintos, que nunca han sido, ni serán jamás, UNO, como establece el diseño original implantado por el Eterno en el espíritu humano al momento de su creación (concepción). Asumiendo así el carácter ilusorio de la fusión, los amantes no tienen otra que aceptar la separación irreductible de su identidad con la persona deseada.

El enamoramiento está más cercano a los deseos de la carne (gr.  Sarx). Es decir, que surge más de una actividad sensorial que activando los afectos y emociones logra generar pensamientos que llevarán al sistema nervioso central a ocasionar una serie de reacciones electroquímicas que involucrarán al sistema endócrino y desde a él agitaran a todo el organismo humano. Desde esta perspectiva el enamorarse se relega a una situación psíquico-fisiológica (psico-física) que no logra trascender al plano del Espíritu que es dónde reside la Fuente de todo Amor: El Eterno y Verdadero Dios que es Amor.

A continuación comparto los síntomas y la química que destacan al proceso del enamoramiento. Con estos planteamientos científicos podremos llegar al final a la sabia conclusión que enamorarse nada tiene que ver con la decisión de amar y formar un proyecto de vida con el otro, opuesto en género,  pero a la vez complementario: la ayuda idónea que el Eterno diseñó.

Síntomas del Enamoramiento


Pérdida de sueño y apetito; hiperactividad; subida de la presión arterial; aumento de la capacidad muscular, al liberarse grasas y azúcares; y de la cantidad de glóbulos rojos, para mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea, son algunos de los síntomas que sufren los enamorados. La atracción sexual descansa primordialmente en las diferencias sexuales y, aunque no se sabe con certeza, podría tratarse de alguna preferencia inconsciente que se va configurando en los primeros meses de vida: preferencias de temperamento, figura, rostro, etc. de las personas que nos rodean.

La “química del amor eros” está mediada por una serie de sustancias que nos hacen sucumbir a la pasión amorosa. 


A través del sistema nervioso, el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).

Química del Amor: Bombardeo Hormonal 


El enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro la feniletilamina, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas. Al inundarse el cerebro de esta sustancia, éste responde mediante la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer).
Video de la QUÍMICA AMOROSA

También segrega norepinefrina y oxitocina (además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.

Feniletilamina, adrenalina, noradrenalina, norepinefrina y oxitocina son los ingredientes básicos del enamoramiento

Es tan fuerte este impulso que en el momento del enamoramiento somos monógamos, pero al terminar éste, la razón entra en juego ya que biológicamente estamos condenados no sólo a buscar pareja sino también a sentir los incentivos de alrededor. En un estudio demostrado científicamente con estudios de ADN, se comprobó que un 16% de los hijos estudiados en hospitales no eran de los padres legales.

Lujuria, Atracción, Unión.

Un estudio presentado por la antropóloga Helen Fisher, profesora de investigación de la Rutgers University de New Jersey, identifica en el cerebro humano los tres aspectos del amor eros: lujuria, atracción y unión.

La lujuria, o deseo sexual, es producto de la testosterona, que es la causante del impulso inicial que nos hace buscar pareja. De ahí que los hombres parecen ser más susceptibles a la acción de esta química; ellos se enamoran más rápida y fácilmente que las mujeres. Como anécdota, el 50% de las mujeres entrevistadas para el libro “Por qué necesitan las mujeres del chocolate” confesó que elegiría el chocolate antes que el sexo.

Después viene la atracción, que se atribuye en parte a los bajos niveles de serotonina y a la dopamina, un neurotransmisor cerebral que se relaciona con la sensación de bienestar. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos. Su actividad perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. De hecho, el momento en que una pareja tiene mayores probabilidades de divorciarse se ubica en el cuarto año de relación, que es el plazo más habitual del divorcio, tras el matrimonio.  
 
Cuando el amor erótico se consolida, el vínculo y la atracción que evolucionan hacia una relación calmada, duradera y segura tienen que ver con la oxitocina y la vasopresina. Varias investigaciones han descubierto que la hormona, que es producida en grandes cantidades por el cerebro durante el parto, la lactancia y cuando hay actividad sexual, es importante para incitar el comportamiento maternal en los animales.  

La unión es el sentimiento más duradero, mucho más que la lujuria o el enamoramiento, pero también puede menguar o quedar relegado por otros sentimientos. Para mantenerlo es necesario buscar mecanismos socioculturales (vida espiritual, comunicación fluida y eficaz, grata convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc.) que sustituyan al bombardeo químico.
Un estudio alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan de un 20% a un 30% más y viven unos ¡cinco años más. 

En el enamoramiento también influyen otros factores como el olor. Los humanos desprendemos feromonas que resultan atractivas para los demás. Hay pruebas científicas de que la atracción de feromonas existe en todo el reino animal y en los insectos. Hacia el año l997, los estudios de Wedekind mostraron que la axila es un sitio importante para la selección sexual, ya que la selección de individuos según el olor implicaba las variaciones genéticas más amplias entre los individuos, lo que promovía variaciones genéticas en el sistema inmune de la descendencia…

El enamoramiento acaba con el tiempo. El amor dura para siempre.

El tiempo es el factor que acaba con el enamoramiento si los enamorados están juntos y se van conociendo. Cada uno de los implicados en una relación de pareja descubre que puede idealizar a quien no conoce apenas, pero a quien ya conoce puede admirarlo, quererlo, valorarlo; o por el contrario despreciarlo, rechazarlo e incluso odiarlo. De una u otra manera, el conocimiento destruye el espejismo. Lo que parecía eterno se descubre como efímero.
El problema del enamoramiento es que da paso en la mayoría de las ocasiones al desamor, que puede tomar muchas formas. 

Afortunadamente, en algunas ocasiones, cuando acaba el enamoramiento comienza el amor. Solo se puede amar aquello que se conoce y se quiere. En el amor hay menos emoción y menos pasión que en el enamoramiento, pero es más estable, más real, más verdad. 

Nuestra sociedad actual, sujeta a un sistema de cosas reptiliano, va camino de cometer un error de trágicas consecuencias al reducir e identificar el amor con enamoramiento. Y lo que es aun peor, reducir el enamoramiento a un mero estado de «excitación» que no suele durar más allá de 3 o 4 años. Esta es una influencia sutil y perversa del hedonismo, controlado por Baal y Astarté, que está en la raíz de muchos divorcios y separaciones. «Como ya no siento nada por él/ella, esto significa que el amor se ha apagado y, por tanto, es legítimo que lo dejemos.»

Es urgente entender que el amor se asemeja a un edificio que tiene cuatro columnas: la amistad, el sentimiento de cariño y ternura, la entrega mutua y el proyecto de vida. El enamoramiento, que incluye la atracción física y el romanticismo emocional, será simplemente una añadidura instrumental para la edificación de ese edificio. Una relación de pareja será estable y duradera en la medida en que tenga estas cuatro columnas desarrolladas de forma equilibrada. Cualquier desnivel va a ladear el edificio peligrosamente.
Según palabras del Señor mismo, «nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Jn. 15:13). El amor verdadero se revela en grandeza mientras más aprende a darse. La entrega mutua es el meollo del amor verdadero en una pareja. Es su médula, porque nos acerca al tipo de amor que Dios tiene con nosotros. Es el ágape, columna vertebral de cualquier relación madura y estable.

En definitiva, y aunque te parezca paradójico, ¡nunca te cases enamorado!

2 comentarios:

Bendiciones Apostol David!! Muy interesante su artículo...y de gran bendición. Hace unos meses nuestro Apostol José Racchumi...nos daba charlas sobre noviazgo y las relaciones de pareja, y pues en gran parte de los puntos que usted trata en este artículo coinciden. Y como dice..el ágape debe ser la columna de todas nuestras relaciones. Y nunca nos casemos enamorados. =)

Nuestro Dios lo bendiga y guarde!

Orlando Gonzales

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