viernes, 8 de febrero de 2013

Los 5 pastores más ricos de Brasil: ¿vidas semejantes a Jesús de Nazaret?

Leí una nota de la revista norteamericana Forbes, especializada en el mundo de los negocios y las finanzas. Me sorprendí al encontrarme con una investigación que realizó para enumerar a los cinco pastores más ricos en Brasil. Este trabajo fue fundamentado desde los datos del Ministerio Público de la Unión de Brasil y la Policía Federal.

Lo que provoca "pena ajena" es el hecho de que la publicación dice que la fe es “muy rentable” porque algunos de los líderes se convirtieron en multimillonarios. 

Forbes, asegura que quien ocupa el primer lugar en la lista de los pastores más ricos de Brasil, es el obispo Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios (Iglesia Pare de Sufrir), él tiene un patrimonio valorado en 950 millones de dólares, pero Forbes destaca en una nota afirmando que el gobierno brasileño estima que esta cantidad, es aún mayor.

El segundo: es el apóstol Valdemiro Santiago, fundador de la Iglesia Mundial del Poder de Dios, que después que renunció a la Iglesia Universal del Reino de Dios, logró acumular 220 millones de dólares.

El pastor Silas Malafaia, ocupa el tercer lugar con 150 millones de dólares, la revista cita al presidente de la Iglesia Victoria en Cristo de las Asambleas de Dios, que está siempre involucrado en controversias relacionadas con la comunidad gay.

El misionero R.R. Soares, aparece en cuarto lugar, él es el fundador de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios y en el país es mejor conocido por ser un tele evangelista y su herencia asciende a 125 millones de dólares.

En último lugar aparece la pareja: Estevam Hernandes y Sonia, fundadores de la Iglesia Renacer, donde antes de congregaba Kaká y su esposa Carol Celico. Forbes, afirma que su patrimonio es de 65 millones de dólares, citando también los problemas legales que tuvieron en los Estados Unidos en el 2007, cuando trataban de ingresar al país con 56.000 dólares no declarados.
Lo más avergonzante de todo esto es que la publicación estadounidense se puso en contacto con todos los líderes de la lista para confirmar los valores, pero estos no respondieron.


Esta noticia me llevó a recordar un versículo del evangelio que dice:

"Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura". 
(Juan 17:12 - NVI)

¡... "Aquel que nació para perderse..."! ¡Que expresión más fuerte salida de los labios de Jesús para calificar a un discípulo! ¡Qué terrible es perderse! Judas Iscariote se perdió. ¡Por sólo treinta monedas de plata se perdió del privilegio de estar en la Presencia de Dios!

Todos sabemos que Judas Iscariote era uno de los doce discípulos. Era uno de los apóstoles escogidos por Jesús para gobernar con Él en Su Reino. No había nada inusual acerca de Judas en referencia a los otros once, a excepción de su amor por el dinero. Él tenía a su cargo la bolsa del dinero, el alfolí que los discípulos tenían en común para suplir toda necesidad que el ministerio tuviera. Sin embargo, y más allá de esta noble tarea encomendada, el dinero significaba tanto para Judas que fue capaz de robar el dinero perteneciente a sus compañeros y al Maestro mismo. El relato evangelístico dejó denunciado para siempre este problema:

"Dijo esto (Judas), no porque se interesara por los pobres sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella". 
(Juan 12:6 - NVI)

Jesús se refirió a Judas, el hijo de Simón, como "el hijo de perdición" (el destructor por naturaleza). Jesús declaró, "más le valdría a ese hombre no haber nacido" (Mateo 26:24).

Ésta ciertamente es una declaración temida. ¿Te gustaría escuchar que tu Creador y Dueño te diga que valdría mejor que no hubieras nacido?

Judas no era un hombre que no tuviera conciencia. Su conducta futura nos muestra una conciencia y un remordimiento. Pero Judas amaba el dinero, y eso era su fuerza motivacional de vida que lo condujo vehementemente a un mal fin. El amor al dinero abrió una puerta por la que Satanás pudo entrar en él. Desde allí, todos sus pasos lo condujeron a un final no deseado: el suicidio y la condenación eterna.

Toda esta meditación en la persona de Judas Iscariote, me permitió pensar en estos cinco pastores multimillonarios. Discerní proféticamente las coincidencias de perfil que estos tienen con el del apóstol traidor. Mi mente recibió luz al respecto y mi espíritu fue sembrado con pautas proféticas referidas a este tipo de personajes metidos en la Iglesia de hoy. 

Estos amadores del oro no pueden ver ni escuchar los tormentos de la población del mundo porque la búsqueda de riqueza ha cegado sus ojos y tapado sus oídos.  Sus artimañas de error solo pueden venir del padre de la mentira: Satanás. 

El Señor me consoló llevándome a recordar que, de acuerdo a los juicios revelados en Su Palabra, llegará la hora en que los profetas falsos, amadores del dinero estarán en las tinieblas de afuera, vestidos en trapos, rogando por probar del agua de la vida. Verán en la distancia, desde sus madrigueras opresivas, la riqueza y la gloria del Reino manifestándose en los hijos del Eterno. Ellos serán mantenidos a distancia hasta el Día del Juicio.
   
Se volvieron ricos por sus predicaciones pero pronto serán empobrecidos, me dijo el Señor. Andarán en trapos aguardando comparecer ante la corte más temible de todas. Este es el destino certero de pastores, evangelistas y maestros cristianos que han escogido usar su profesión para obtener riquezas materiales y comodidades. Cuando mueran, atormentados crujirán sus dientes mientras los santos más pobres estarán morando en gozo y en una paz perfecta.

La realidad aquí posteada, desde lo que este informe dice, no es más que el cumplimiento de las advertencias proféticas anunciadas por el apóstol Pedro:

"Pero hubo falsos profetas entre el pueblo, como también entre vosotros habrá falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructivas, llegando aun hasta negar al soberano Señor que los compró, acarreando sobre sí mismos una súbita destrucción. Y muchos seguirán tras la sensualidad de ellos, y por causa de ellos será difamado el camino de la verdad. Por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Desde hace tiempo su condenación no se tarda, y su destrucción no se duerme". 
(2Pe 2:1-3) 

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